(...) Sus primeras tentativas, efectivamente, se remontan a la Murcia de 1920, cuando apenas hacía diez años que había nacido en una casa del Huerto del Conde.

La silla. 1923. Óleo/cartón. 27 x 23 cm.        (...) Es el benjamín de un grupo murciano de excepcional interés, al que también pertenecen otros cuatro pintores, Juan Bonafé, Joaquín, Pedro Flores y Luis Garay - con los dos últimos comparte estudio, en el que en 1927 Flores lo retrata sentado ante su caballete-, y los escultores Clemente Cantos, José Planes y Antonio Garrigós. Con ese grupo (...) se relacionan los británicos y también pintores Cristóbal Hall, William Tryon y Darsie Japp, que han recalado en la ciudad levantina como consecuencia de sus heridas en la guerra del 14. Unos años después, todos ellos están muy cerca de los escritores de su generación que, capitaneados por Juan Guerrero Ruiz y Jorge Guillén, y con el apoyo de José Ballester, hacen el “Boletín de la Nueva Literatura” Verso y Prosa (1027-1928) en el que aparecen las primeras prosas gayescas, además de reproducciones de cuadros y dibujos de la mayoría de los mencionados. Jorge Guillén, por aquel entonces: “Me pasma la inteligencia extraordinaria de este muchacho, de una madurez y una seguridad monstruosas”.

[…]

        Además de Verso y Prosa, para reunir noticias en torno aquel primer Ramón Gaya, del que se conserva poca obra original, debemos consultar otras revistas de vanguardias de la época, una época en la que, como lo subrayó tempranamente José María de Cossío, las revistas fueron el laboratorio de la nueva literatura, y también del arte nuevo. Por ejemplo Mediodía de Sevilla, de la que fue colaborador gráfico. O L´Amic de les Arts de Sitges, donde Sebastià Gasch, uno de los críticos entonces más influyentes de la península, escribió sobre su pintura, como lo hizo en La Gaceta Literaria. O, ya en 1930, la murciana Sudeste (...)

        Juan Guerrero Ruiz (...) fue, en 1928, el artífice de su marcha a París, con una beca del Ayuntamiento murciano, mientras sus compañeros Pedro Flores y Luis Garay lo hacían con otras de la Diputación.

Retrato de mi padre. 1926. Óleo/lienzo. 56 x 50 cm.        Expositores (...) en una sala parisina entonces muy importante, Aux Quatre Chemins, los tres murcianos (...) conectan, en aquel París, con pintores de nuestra generación del 27, como Francisco Bores (...) con el que siempre mantendría relaciones de amistad y admiración-, Ismael González de la Serna, Hernando Viñes, Pancho Cossío, o Joaquín Peinado, con el propio Picasso – entonces residente en la rue de la Boëtie-, con escritores como Max Jacob, Jean Cassou, Corpus Barga, Jules Supervielle, Ventura García Calderón o Matilde Pomès, con el pianista Ricardo Viñes, con el librero León Sánchez Cuesta…

        En torno a aquella estancia en la capital francesa, existe un documento de interés, la carta que le envía Ramón Gaya al impulsor de la iniciativa (...) Aunque en ella manifiesta algunos entusiasmos (ante Cézanne, van Gogh, Matisse, Picasso, Braque o Modigliani) y algunas simpatías (hacia algunas de las personas a las que antes he hecho alusión), se abre paso también, irremediablemente, un cierto distanciamiento.

        Distanciamiento que con el tiempo se acrecentaría, hasta convertirse en abismo. (...) Con la excepción picasiana, le desilusionaron profunda y definitivamente las vanguardias, contempladas en directo, en las galerías más “à la page” de la capital francesa, ya sin el “celestinaje” (...) de Cahiers d´Art, la revista de los griegos Zervos y Tériade, fundada en 1926 (...) Madrid y su Museo del Prado, reencontrada “roca española”, se le aparecían entonces al murciano como alternativa, como tabla de salvación a partir de la cual reconstruir un proyecto personal, inscrito en la tradición, y con Velázquez y sus Meninas como principal referencia.

[…]

        En el Madrid de la primera mitad de los años treinta, Ramón Gaya frecuenta los círculos artísticos y literarios más al día, aunque ya con esa distancia respecto de las vanguardias que nunca lo iba a abandonar. La radical soledad con que vive, ya por aquel entonces, la pintura, no le impide participar en dos hermosas aventuras colectivas, decisivas para buena parte de la generación a la que pertenece: La Barraca de Federico García Lorca, y las Misiones Pedagógicas, para cuyo “Museo Ambulante” o “Museo del Pueblo” pinta versiones de cuadros del Prado de Velázquez, Ribera y Goya. Ve mucho a escritores, entre otros a Juan Ramón Jiménez (...) Luis Cernuda –conocido precisamente durante un viaje de Misiones-, Rafael Dieste, María Zambrano y Rosa Chacel. (...) Es colaborador literario de Literatura, otra importante publicación generacional, y de Luz. (...)

        Durante la guerra civil, Ramón Gaya, afincado en Valencia, pinta un cuadro sobre el bombardeo de Almería por los franquistas, retrata a Juan Gil-Albert, ilustra todos y cada uno de los números de Hora de España (...) y alguno de los libros aparecidos bajo su sello editorial, es colaborador gráfico de Nova Galiza y Nuestra Música, realiza carteles (...) escribe textos sobre algunos de sus contemporáneos (...) firma la famosa “Ponencia colectiva” del Congreso de Intelectuales Antifascistas de 1937… La dramática censura histórica de la guerra y la derrota determinaría su exilio primero a Francia – donde al igual que a Juan Bonafé le ayudaría Cristóbal Hall- y luego a México (...)

Juan Manuel Bonet

Fragmentos extraídos de "La Obra Pictórica de Ramón Gaya en Murcia".
Publicado en febrero de 2000.